¿Cómo desarrollarlo? Una cuestión que frecuentemente se escucha en los foros sobre el tema del liderazgo, alude directamente a su origen: ¿el líder nace o se hace? La cuestión luce oficiosa, pues si el liderazgo fuera una condición congénita, entonces el campo de conocimiento para su desarrollo sería el de la ingeniería genética. Bastaría con identificar el gen responsable del liderazgo y “activarlo” en todas las personas, para entonces contar con tantos líderes como fueran necesarios. Siendo entonces evidente que el liderazgo es la resultante de los procesos de formación y crecimiento, deliberados y formales o desconocidos e improvisados, entonces la cuestión cambia a: ¿cómo se logra desarrollar el liderazgo? Las respuestas y fórmulas son tantas y tan variadas, como acepciones y definiciones que sobre liderazgo existen. Por ello, lo primero que habríamos de hacer es acotar el concepto y tipo de liderazgo en el cual deseamos enfocarnos. Hablando del desarrollo de un liderazgo transformador (y en la inteligencia de que este es el que permite la “creación de las condiciones para lograr la efectividad”, más que solamente responder a las condiciones existentes), los elementos y componentes a considerar son aquellos que permiten a una persona operar e incidir por fuera y más allá de lo evidente, lo ineludible y obligatorio. En otras palabras es preciso desarrollar capacidades para razonar con profundidad y total amplitud; decidir sin limitaciones infundadas y falaces; y, actuar con denuedo y convencimiento . Como se puede ver, un asunto nada fácil o, cuando menos, muy poco parecido a las fórmulas y prácticas acostumbradas. Desarrollar un liderazgo que permita transformar no puede pues, reducirse a un proceso cognoscitivo, donde se aprendan conceptos, modelos o definiciones. tampoco puede alcanzarse a través de una posición pasiva o distante. El desarrollo de un liderazgo transformador precisa de un discernimiento sobre el grado en el que la propia persona, cultiva usos y prácticas que favorecen un mejor entendimiento de la realidad y la relación con uno mismo. De la misma forma implica la toma de la responsabilidad sobre las definiciones fundamentales sobre lo que uno desea conseguir (crear), independientemente del azar, la inercia de los acontecimientos presentes o las disposiciones de otros. Y, de manera complementaria, cualquier esfuerzo que en materia de desarrollo del liderazgo se emprenda, solo puede ser llevado a la práctica por la afirmación y el brío personal. En conclusión, tres son los elementos a desarrollar para conseguir un liderazgo que transforme: la conciencia, la visión y la voluntad.
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AuTORPablo López-Carrasco ArchiVOS
Junio 2015
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