¿ACTUAR EFECTIVAMENTE FRENTE A LAS CIRCUNSTANCIAS O CREAR LAS CONDICIONES PARA ACTUAR CON EFECTIVIDAD?Impulsar cambios y transformar condiciones, ambas son prácticas que demandan del uso del liderazgo. Sin liderazgo es muy poco probable que estas ocurran de manera efectiva. Sin embargo, entre ambas prácticas, el grado y las formas que el liderazgo adopta son notoriamente diferentes y perceptibles.
Usar el liderazgo para enfrentar el “cambio” requiere, por principio, entender la finalidad esperada (¿para qué cambiar?), las características del ambiente en el que se espera incidir, así como las características de las personas involucradas en tal modificación. Si se observa detenidamente, usar el liderazgo para el “cambio”, denota un esfuerzo de sensibilidad sobre las circunstancias y adaptabilidad frente a las mismas. Un liderazgo efectivo en instancias de “cambio” es la resultante de entender que hacer y actuar en consecuencia. Usar un liderazgo que favorezca el cambio con efectividad es meritorio y sin duda loable, pero entendido fríamente, es el efecto de alinearse reactivamente a algo que ya existe, que puede (y debe) ser entendido y ante lo que hay que someterse. No es poca cosa, pero en muchos casos es insuficiente. Cuando hablamos de transformación, comúnmente nos referimos a una condición de naturaleza singular que requiere, en consecuencia, una clase de actuación profundamente diferente. Al pretender “transformar“ una circunstancia en específico, de entrada asumimos que los límites y requerimientos de actuación, por definición, se encuentran fuera de la misma, por lo que “entender que hacer y actuar en consecuencia”, no es factible para crear valor. Transformar supone con mucha frecuencia, entender los límites actuales de la situación para entonces decidir la dirección, forma o condición hacia donde debe evolucionar ésta, así como usar la determinación para que así suceda. Transformar frecuentemente implica crear algo que de por si no existe, pero que tampoco ocurrirá por la fuerza inercial de las circunstancias preexistentes. Consecuentemente no es algo que se debe entender ni algo a lo que se debe adaptar para ser efectivo. Claramente estamos hablando de una condición superior y de mayor complejidad y relevancia. Un liderazgo transformador, a diferencia de uno apto para el cambio, precisa de una forma de inteligencia que va más allá de entender lo que es indispensable hacer, para razonar qué es necesario o qué es posible (muchas veces lo impensable). Presume también que la adaptación puede evidenciar una forma reducida de actuación y más bien hay que actuar por fuera de los límites establecidos o acostumbrados. Mientras que un liderazgo para cambiar resulta de la inteligencia sobre las condiciones y la subordinación disciplinada ante las mismas, el liderazgo para la transformación es la consecuencia de una visión alterna, que no se limita a lo evidente, así como de la determinación para llevar las cosas en direcciones diferentes y originales. Un liderazgo transformador evidencia una visión ambiciosa, así como la capacidad de crear las condiciones que son necesarias para agregar valor, independientemente de lo habitual o lo conocido. Aclaradas las diferencias entre ambas formas de actuación ¿cuál es su posición respecto al liderazgo que Usted debe mostrar? ¿es preciso impulsar el cambio o la transformación?
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AuTORPablo López-Carrasco ArchiVOS
Junio 2015
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